GAME OVER

Seguramente será una blasfemia confesar que tengo en casa una flamante consola de nueva generación y que le he puesto las manos encima más bien poquito. La última vez que la toqué, que también fue la primera, le borré a mi costillo todos los puntos acumulados en el juego de coches. Se dio cuenta cuando volvió a jugar y me preguntó ¿y mi Ferrari? Y yo: ¿Qué Ferrari?. ¿Yo he corrido con un ford en modo novato? Ya te he conseguido 3000 puntos!!. No pareció demasiado contento con mis logros, conseguidos con su reseteado usuario y eso que había ganado 4 carreras en modo torpe!! (sólo porque le había borrado sus carreras, puntos y coches ganados hasta el momento!!)

Aún así, hicimos las paces y jugamos los dos a la vez. La pantalla estaba dividida en dos y yo no tenía ni puta idea de cuál era el coche que yo (des)controlaba. El me informó que – como sospechaba- el mío era “el de la pantalla de abajo”, para ser más exactos, el que se está pegando ostias contra la valla. “¡Vaya!, ¡¡haberlo dicho antes!!”. Lo de la marcha atrás nunca lo he llevado demasiado bien, así que me costó bastante incorporarme a la carrera. Lo que más me jodió fue el comentario de “es más entretenido jugar contra un mono borracho que contigo”, sólo porque me había ganado todas las carreras y me había doblado en el 95% de ellas….¡Qué exigente!

Creo que tiene parte de razón. Los videojuegos nunca han sido lo mío. Recuerdo cuando jugué por primera vez al Age of empires: es un juego donde tienes que guiar a unos hombres para que vayan evolucionando de época en época, logrando determinados retos. Pues bien, esto de los retos yo no lo sabía, así que me encontraba yo con mis hombrecitos con taparrabos cogiendo frutas y cazando mamuts cuando de repente vienen unos gachos a caballo, con armaduras y todo y me pegan cuatro sablazos y me acabaron con la tribu. ¡Serán hijoputas!, total que ya me enteré que efectivamente tenía que construir unas casetas o algo así para evolucionar a la edad de los metales y sin embargo yo me había dedicado a coger bayas en el bosque, matar bichos y reproducirme. (lo justito para pasar el rato). Ahora…tenía una población en la tribu tremenda!!

También me pasó algo parecido con el juego ese de lucha: el street fighter. Yo no soy capaz de recordar las teclas del mando que equivalen a patadas, puñetazos o golpes. Así que me dedico a pulsarlas a la manera caótica, lo cual la consola interpreta como los “trucos” , de tal manera que de repente y sin saber cómo, había agarrado a mi enemigo, lo había lanzado por el aire y le estaba pegando una somanta de ostias que lo acababa dejando KO. Lo malo es que este tipo de juegos ha evolucionado y ahora no sólo puedes pegar leches de varios tipos, si no que además con determinada secuencia de teclas, te conviertes en distintos personajes y además en tres dimensiones, no como el street fighter antiguo que tenía unos monigotes 2D como los egipcios. El caso es que probé hace poco un juego donde yo era una especie de hada o algo así y tenía que matar a unos trolls. Apliqué el mismo método de pulsar las teclas en modo caos y de repente me encuentro convertida en un bicho feísimo y con un troll clavado en mis pinchos de la espalda. No sabía que hacer, así que seguí pulsando teclas pero como si quieres arroz catalina…

Con los juegos para móviles tampoco soy demasiado buena, generalmente los utilizo cuando me voy al WC, con lo cual me puedo tirar horas y horas intentando pasar de pantalla (esto no es metafórico) y además me estoy quedando miope por esforzarme en atinar con el cursor donde tengo que pulsar.
Menos mal que de vez en cuando va mi compañero Flanders al baño de hombres, situado espalda a espalda con el de mujeres y con el móvil por bluetooth jugamos uno contra el otro al tetris. (lo malo es lo de la musiquita, las pulsaciones de tecla y lo que tardamos en volver del WC sincronizados...)